Vittata Gastrobar: Una joya escondida

Una vueltita por Aguadilla, sin rumbo específico alguno, nos llevó a un estacionamiento amplio al final del litoral donde nos detuvimos a sacar fotos de la playa. Pasamos por la plaza que allí hay, atraídos por el sonido de la música, pero de comer no había nada interesante sino las frituras comunes, nuggets de pollo, en fin, nada apetecible al momento. Caminamos hacia el auto y vimos un imponente edificio muy antiguo, caminamos hasta el lugar y, para nuestra sorpresa, vimos que era muy acogedor, elegante y rústico a la vez. Entramos. Nos ofrecieron un menú de tragos de la casa. Todo muy creativo y los sabores que me atraen: jengibre, lavanda, mezcal, limón, todos estaban entre las mezclas con nombres muy criollos y curiosos.

Pedimos aperitivos, entre ellos, buñuelos de yautía y el queso a la plancha. Ambas cosas evocaron en mi los recuerdos de mis padres y podía percibir los sabores con los que crecí. El mesero nos explicó que las ofertas del menú se ajustan acorde a la pesca fresca y a los productos que reciben cada día de agricultores locales. La frescura de los alimentos es evidente de inmediato, los sabores los delatan, muy agradablemente por cierto. He regresado a Vittata dos veces más, con mis hijos y nos hemos deleitado en su gastronomía realmente creativa y deliciosa. Volveré pronto, el lugar me llama. Cuenta con un salón para llevar a cabo eventos pequeños y reuniones de negocios, un espacio para pocas personas, muy bien ambientado con esos propósitos.

Si son fanáticos de los desayunos (como yo) no dejen de probar El Mañanero, una versión muy original de old fashioned, no tengo palabras para explicar lo rico que sabe, simplemente pruébelo. Los postres son igualmente embriagantes pero de dulzura y exquisitez. Los mismos cambian según la disponibilidad de los ingredientes, pero todos le atraparán. Visítelos, aporte a la sustentabilidad consumiendo local, saludable y riquísimo.