El Campito: El trato los distingue

Por muchos meses pasé frente a lo que pensé que era un chinchorro pequeño donde la gente iba por unos tragos o cervezas un jueves o viernes antes de llegar a sus casas. Ubica en un lugar que es muy familiar para mi,ya que frecuentemente paso por allí. Esta fue mi percepción hasta que pasé por el lugar de noche y noté que había mucha gente y familias, había música en vivo que desde mi carro se escuchaba muy bien, estaba iluminado con “café lights” que lo hacían ver hasta elegante. Bueno, pues tuve que ir a ver cuál era el ambiente. Para mi sorpresa el lugar es mucho más espacioso de lo que aparenta, decorado en estilo boho, con una tarima bastante cómoda y rodeada de vegetación. Todos los fines de semana traen músicos con diversidad de oferta en estilos: romántico, merengue, salsa, contemporáneo, tríos. Desde la primera vez el lugar nos capturó.  

Tienen un menú de platos criollos de los cuales he probado varios, todos muy buenos y porciones amplias, pero usualmente escojo de los aperitivos. En esa área sobresale la longaniza al vino, las consabidas frituras y las croquetas de malanga. Además, preparan un old-fashioned en su punto. En nuestra más reciente visita nos deleitó la música del Trío Los Juveniles con hermosas interpretaciones de éxitos del género. El lugar tiene un ambiente tranquilo para disfrutar de una noche en familia, con amigos o en pareja. Entre música, picadera y platos muy ricos, tragos y cervezas artesanales se pasan las horas.  

Lo más que atrae del lugar: el trato. Te hacen sentir como si te conocieran de toda la vida desde que te reciben en la entrada hasta que te vas. Prevalece la amabilidad en su máxima expresión, son complacientes y sinceros, desde los meseros, los cocineros, los dueños y hasta la mascota de la familia y de todos los que los visitan, el perro, Blanco. Vaya a conocerlo.  

Frecuentamos El Campito por la comida, por la música, por los tragos, pero sobre todo, por el calor humano y la familiaridad que se percibe en el ambiente.